domingo, 15 de enero de 2017

Levantar España

No le des más vueltas. Sí, es la tercera vez que suena. Pero por mucho que lo destripes lanzándolo contra la pared, acabar con el despertador no va a evitar que tengas que ir al trabajo. Y da gracias de que aún lo mantienes: 4.320.800 personas no disfrutan de un empleo. Así que, venga: ¡a levantar España!

Piensa que, como tú, 18.527.500 de seres madrugamos para recibir el sustento. El milagro del capitalismo, a través de tu empresa, te da la posibilidad de comer cada día. Y de comprar esa ropa de marca que llevas. Y, claro, de pagarte esas vacaciones. El esfuerzo de miles de empresarios al servicio de la sociedad. 

Y no me vengas con el tema de impuestos. ¿Ya se te ha olvidado que hace apenas un año de la última bajada del IRPF? Sí, cinco o seis euros no dan para la entrada del cine. Pero mejor eso que nada, ¿no? Hay que pagar al Estado, que Hacienda somos todos... Bueno, vale, casi todos... De acuerdo, unos más que otros.

Según el Informe Anual de Recaudación Tributaria, una vez efectuadas las devoluciones a los contribuyentes y a la Iglesia (capítulo por el que el Estado deja de ingresar unos 45.526,5 millones de euros), en el año 2015 el Gobierno recaudó 182.008,7 millones de euros. En ese ejercicio (el último con datos consolidados sin los vaivenes de las estimaciones), entre las mayores partidas destacaron:

- Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF): 72.345,5 millones de euros
- Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA): 60.304,9 millones de euros
- Impuesto sobre Sociedades: 20.648,9 millones de euros
- Impuestos Especiales (alcohol, tabaco, hidrocarburos...): 19.146,7 millones de euros 

Esto es: los trabajadores aportaron (vía descuento en su nómina) el 39,7% del total de ingresos tributarios; a través del IVA (pagado igualitariamente cada vez que se adquiere un bien o un servicio, independientemente del salario que perciba el comprador), el porcentaje fue del 33,1%. Mientras tanto, las empresas aportaron un 11,3% de la recaudación del Estado.

Con la reciente subida de impuestos, el Gobierno espera recolectar 4.800 millones de euros más: el grueso (4.650 millones) correspondería al Impuesto sobre Sociedades. No a través de una subida directa del gravamen, sino, básicamente, mediante dos vías: poniendo freno a la desgravación de pérdidas (técnicamente "compensaciones de bases imponibles negativas") y obligando a devolver las deducciones que realizaron por la pérdida de valor de participaciones en otras compañías. Es decir: invitando a las empresas a la mayoría de edad. 

Por cierto: la cifra que pagan las compañías en impuestos es, prácticamente, la mitad de la cantidad aflorada con la amnistía fiscal que puso en marcha Montoro: unos 40.000 millones de euros... aunque Hacienda sólo recaudó un 3% de esa cifra (1.200 millones de euros).

¿Demasiados números? Tranquilo. Vete a casa, ponte una serie o un partido. O mejor: sal y tómate algo. Disfruta de tu escaso tiempo libre sin calentarte la cabeza demasiado. Que si en la Dirección General de Tráfico no pueden conducir por ti, más arriba sí hay otros patriotas encargados de pensar en tu lugar.

domingo, 1 de enero de 2017

Fauna de gimnasio

"El 1 de enero me apunto al gimnasio". Empezar las fiestas y escuchar esta frase son todo uno. Eso sí: las personas que lo afirman con esa contundencia suelen tener la misma credibilidad que un político en campaña electoral. Y, al igual que de elecciones durante el pasado año, el país va sobrado de este tipo de personas.

Aún así, para aquellos valientes que decidan despegar sus posaderas del sofá y acercarse a la sala más cercana, aquí va un pequeño manual de consulta sobre las cuatro especies más peligrosas que encontrarán en su nuevo ecosistema. Aviso: para algunos de ellos, como en los casos de ciertas mordeduras viperinas, no existe antídoto. Simplemente, huyan.

- Estreñido estentóreo: Es fácil de identificar. Cuando levanta peso, el mundo entero se detiene a contemplarle. No tanto por su proeza física, sino por el hecho de que acompase cada elevación de mancuerna con sonoros gritos quejumbrosos. Sí, como en esos días en los que acabar la faena en el baño cuesta algo más de la cuenta. No duda en recurrir a desconocidos para que le echen una mano. Su tiempo y su esfuerzo siempre prevalecen. 

- Relaciones públicas: En un primer momento, puede parecer que ha confundido el gimnasio con la cafetería de la esquina. Pero el chándal de tergal le delata. Raramente se le puede hallar en una bici estática, en una cinta o en el banco de abdominales. Su principal tejido muscular se concentra en la lengua, tan ejercitada que puede sostener todas las conversaciones del local. Si su propósito es entrenarse, esquívele. Si carece de amistades o quiere ahorrarse la consulta del psicólogo, será su mejor aliado.

- Fotoperiodista: Aunque pueda olvidar su toalla, las zapatillas o incluso la cabeza en casa, jamás se despegará de su móvil. Su finalidad no es ir allí, sino contar en redes sociales que lo hizo. Más allá de la vergüenza ajena que provocan sus poses retratadas en innumerables selfis, no presenta mayor riesgo. Pero existe una versión avanzada de este subtipo que, incluso, pide a alguna víctima que le ayude con las instantáneas.

- Propietario en diferido: Hasta donde sabemos, no posee acciones del recinto. Aunque muestra la misma libertad que el consejero delegado. Algunas veces, decide no llevar toalla y dejar sudado cada uno de los aparatos, como perros que marcan con su orín el territorio. Otras, coloca alguno de sus enseres (botella/móvil/guantes) en una máquina para reservarla, a pesar de que no vaya a utilizarla hasta la próxima media hora. ¿Lo mejor con él? Dejar patente su cerdez insolidaria a través de la retórica (el cociente intelectual que exhibe no suele resultar un escollo).  

Estos perfiles de hombres y mujeres (como en el caso de la estupidez humana, suele estar muy bien repartido por sexos) no pueden eclipsar a las muchas gentes que tienen en cuenta la primera ley fundamental del gimnasio: a una sala deportiva se va a hacer deporte. Y, por encima del resto, destacan esas personas que ya han superado los 60 y llegan vaciadas de complejos: sin acaparar atenciones, sin necesidad de flashes y con un empeño digno de poema épico.