miércoles, 1 de junio de 2016

El equipo del pueblo

En los últimos años, una sentencia ha calado entre los aficionados al fútbol como un verdadero mantra: el Atleti es el equipo del pueblo. Incluso, muchos seguidores de otros clubes han comprado la frase que lanzara Simeone por primera vez allá por septiembre de 2014. "El pueblo normalmente toma como referencia a la gente que más necesita esforzarse para tener logros. Nosotros somos un equipo de pueblo y por eso la gente se nos acerca", decía. 

No se puede poner en duda ese sacrificio, demostrado desde entonces en numerosas ocasiones. La última, en una final algo confusa y cruel para sus intereses. Aunque generalizar esa "gente que más necesita esforzarse" a una entidad que maneja el tercer presupuesto de la Liga para convertirla en "el equipo del pueblo" parece algo demagógico osado.

Entre la resaca de la final de Champions, el 92º aniversario que el Rayo Vallecano cumplió el pasado domingo fue ignorado incluso por los medios deportivos de primer nivel. Sólo Mundo Deportivo, a través de un teletipo de la agencia Efe, se hizo eco de la efeméride. Ni una triste mención en los dos grandes diarios del sector, volcados en la cobertura de la final continental.

Casi un siglo de vida para un equipo que comparte ciudad con los últimos finalistas de la Copa de Europa es mucho. Muchísimo. Más cuando el 44% de españoles se declara aficionado del Real Madrid o del Atlético. Quizás por ello muchos suelen definirlo con un adjetivo, "simpático", que siempre lleva asociado un punto de paternalismo y superioridad por parte del hablante sobre el objeto de conversación.

El Rayo arrastra una masa social de más de 11.000 personas en una barriada compuesta por dos distritos con 325.000 habitantes que concentra el 15% del paro de la capital. Estamos ante un histórico que ha devuelto con propuestas futbolísticas valientes el apoyo de los aficionados. Y que además se ha implicado en proyectos sociales tangibles, lejos de las declaraciones grandilocuentes. El más conocido, el del pago del alquiler de la vivienda a una vecina de 85 años para evitar su desahucio.

Su descenso a Segunda, con una despedida a los jugadores digna de héroes clásicos, conduce al equipo de Vallecas a una nueva travesía por el anonimato. Ahora habrá que rebuscar en los breves de la prensa deportiva para conocer sus andanzas. Como ocurrió en su paso por la Segunda B, cuando apenas medio millar de devotos arropaba a la plantilla en tardes soporíferas ante desconocidos como el Raqui San Isidro. O en la etapa posterior en Segunda, en la que un escaso centenar de locos acudía al campo de La Torre a ver al conjunto femenino, campeón en tres ocasiones de una Superliga sin ninguna cobertura mediática.

Para Simeone, el suyo es el equipo del pueblo. Michel, ex capitán franjirrojo, prefiere definir a su club con estas palabras: "El Rayo para Vallecas es una identidad. Una identificación para que la gente sepa lo que es Vallecas a través de un club de fútbol: humildad, trabajo, compañerismo y, sobre todo, orgullo". Ni más ni menos.

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