Mi amigo Pedro fue despedido hace unos días. Algunos prefieren usar la expresión "perder el trabajo", como si el empleo fuera una moneda que se lleva en el bolsillo y se extravía por un descuido. Como él, 4.152.986 personas cogieron la puerta de salida de la empresa en la que se dejaron la piel con invitación exclusiva al antiguo Inem.
Su caso ya no es noticia. El discurso oficial, ese que dice que hay que acostumbrarse a los recortes, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, que es insostenible el sistema de pensiones, ha calado tan hondo que un desempleado más tiene el mismo valor que una miga de pan sobre el mantel.
Ya dijimos hace algunas tardes que la frase "hay que dar gracias de tener trabajo" resumirá a una generación entera. Y ahí es cuando vienen los relativistas con sus comparaciones de éxito: en ciertos países están mucho peor, hay mucha gente que no tiene qué comer, otros viven con un euro al día, etcétera. La demagogia hace que estos comparadores, que suelen ocupar posiciones acomodadas, obliguen al resto a dar gracias por su suerte.
Es curioso que esa teoría de la relatividad se base siempre en que el sujeto perjudicado es confrontado con personas que viven situaciones dramáticas. La comparación va, así, de arriba abajo: mira los que viven mucho peor y consuélate con tu situación. Nunca va de abajo arriba, esto es: para que algunos vivan muy bien, tú tienes que ser un peón útil a bajo coste. O, directamente, salir del tablero.
Cuando piensan por nosotros, resulta mucho más cómodo. Una idea dada, avalada por decenas, centenares, miles de mentes pensantes, que se instala de forma sencilla en cerebros ajenos. El problema llega al detenerse para analizar esas palabras. Al ver las costuras de esos argumentos.
Lástima que, para cuando se desvelen sus falacias, ellos ya estarán lejos y con los bolsillos llenos. Y sus hijos no necesitarán recurrir a una ETT para pagar recibos.
Mucho ánimo Pedro.
Lástima que, para cuando se desvelen sus falacias, ellos ya estarán lejos y con los bolsillos llenos. Y sus hijos no necesitarán recurrir a una ETT para pagar recibos.
Mucho ánimo Pedro.
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